Publicado el 13 de noviembre de 2021 en La Diaria Cultura
Escribe Rosanna Peveroni en Infantiles
Desde la mañana hasta las 22.00 está programada una nutrida grilla de actividades diversas en torno a la Biblioteca Popular Shangrilá, que cierra un período de obras por ampliación con el que el edificio se adecua al crecimiento que ha experimentado en los últimos años.
“Seguiremos soñando. Son varios los aspectos a mejorar, por su importancia y necesidad; es prioridad ampliar el horario del servicio, que sólo es de nueve horas semanales, así como el de visita de los escolares, que es sólo de tres”, decía a la diaria Edelweiss Zahn, vecina de Shangrilá y referente de la biblioteca y de la comunidad, en 2013, cuando inauguraron el nuevo local que hoy se amplía, junto al pequeño recinto donde se inició en 1998.
Algunos de esos sueños se han ido plasmando en realidad, al tiempo que la capacidad de seguir soñando permanece intacta y más activa que nunca. Con 13.000 libros y 1.700 usuarios en 2013, hoy superan los 22.000 títulos y cuentan con 3.940 usuarios registrados, 2.500 de ellos activos, y están en continuo crecimiento.
Lo que se festeja este sábado es la reinauguración del local tras la ampliación, ya que “la biblioteca estaba quedando chica porque fue creciendo el acervo”, al tiempo que se fue ampliando el abanico de actividades que ofrece, por lo que los cambios edilicios “acompañan un crecimiento de la colección y de actividades con la comunidad y los usuarios; el sábado pasado registramos ocho nuevos usuarios de edades diversas”, señala Fabiana Padrón, maestra de la escuela de Lomas de Solymar e integrante del equipo de 15 voluntarios que ponen en funcionamiento la biblioteca cada día.
Fue necesario crear nuevos espacios, se amplió el espacio infantil y en el entrepiso se creó una sala de lectura cómoda y debidamente equipada. “Antes no existía, ya que en ese lugar se acumulaban cajas con libros y otras cosas; ahora se generó un depósito arriba, que permite ordenar y liberar espacio de tránsito”, comenta Padrón.
Sin ocultar su entusiasmo, agrega: “Lo otro lindo es que se creó una terraza al aire libre, con bancos y espacios de lectura, que da al predio de la comisión y tiene una vista preciosa al anfiteatro, el espacio de juegos, el bosque de árboles nativos y comestibles”.
La obra incluyó 60 metros cuadrados en el rincón infantil, estanterías nuevas, iluminación, cartelería. “El 1º de agosto la biblioteca se abrió al público. La obra llevó mucho tiempo porque además, hubo que desarmar la biblioteca y volver a armarla”, comenta, y destaca que el correlato de la ampliación es la posibilidad de llevar adelante más actividades, en la medida en que el espacio disponible lo permite. “La gente lo disfruta, los usuarios se lo apropiaron”, subraya.
Popular y comunitaria
Ese sentimiento de pertenencia se revela como una de las claves de la permanencia y el crecimiento que la biblioteca ha logrado con el transcurso de los años. Padrón cuenta que lo que ocurre con la biblioteca es reflejo de las características de la localidad, ya que Shangrilá, igual que Lomas de Solymar, “es una comunidad con una identidad muy fuerte, con un sentido de participación muy importante y con un arraigo muy fuerte con el barrio y las instituciones locales; con gente joven que busca y genera espacios y que se suma a lugares de convivencia y participación”. “Siempre está en movimiento y en crecimiento”, resume.
Por otra parte, hay un ida y vuelta constante con las instituciones educativas de la zona, que es fundamental para que los niños tengan el lugar como referencia y adopten la biblioteca como posibilidad y realidad: “Se trabaja con la escuela de enfrente. Los niños de primer nivel cruzan todas las semanas a la biblioteca, tienen su carné de usuario, llevan prestado su libro y lo devuelven a la semana siguiente. También hay un fuerte vínculo con centros de discapacidad y, por ejemplo, los murales se coordinaron con docentes de arte del liceo y se pintaron en jornadas de trabajo voluntario para las que se convocó a toda la comunidad”. “Todo lo logramos con la comunidad”, sintetiza.
Destaca el carácter popular de la biblioteca y su fuerte vínculo con la Comisión Fomento local, que paga los gastos fijos, cedió el primer local donde se instaló la biblioteca, en 2008 –antes funcionaba en un comité de base– y brinda un apoyo que resulta fundamental. Las obras fueron financiadas por fondos a los que se han presentado y mediante campañas solidarias que han generado, como venta de bonos y organización de espectáculos para recaudar dinero.
“La comisión tiene numerosas subcomisiones: cultura, cuidado del medioambiente, biblioteca. Se trabaja en diversas áreas. Por ejemplo, se hizo un trabajo importante en el lago de Calcagno”, dice Padrón para resumir el papel que juega la comisión en el barrio.
También ha sido fundamental en el crecimiento del acervo de la biblioteca –y en mantenerlo actualizado– la existencia, desde los orígenes del Círculo de Lectores: “Se abonan 110 pesos por mes y con ese dinero se compran libros. Se manda por correo la lista de los libros que se compraron, primero los leen los integrantes del círculo y luego esos volúmenes pasan a integrar la colección”, explica Padrón. “Empezó con adultos y ahora también hay un círculo de niños, incluso hay familias en las que el niño es usuario del círculo y no los adultos”, comenta.
Lo que resta por hacer
Se podría definir a la Biblioteca Popular Shangrilá como un organismo vivo, dinámico, en constante crecimiento y cambio. En ese sentido, aunque lo logrado es inmenso, la mira está puesta en seguir caminando y mejorando.
Entre los cambios de los últimos tiempos, Padrón destaca que “el año pasado se digitalizó la colección con código de barras para eliminar las fichas, que facilita el trabajo”. Por otra parte, la ampliación permite pensar en organizar más actividades. Queda pendiente lograr abrir todos los días de la semana, ya que el equipo de voluntarios –“que incluye a dos gurisas de 18 años que concurrían desde chiquitas como lectoras”, apunta Padrón– no es suficiente, y los martes y viernes la biblioteca no abre.
El acervo de la biblioteca se alimenta también de donaciones y de las ventas solidarias: un libro por 80 pesos y tres por 200. Cuando llega una donación, explica Padrón, se revisa el contenido y si se repiten los títulos, esos libros se venden. La venta solidaria funciona todo el año en dos expositores a la entrada del local, y en ocasiones puntuales organizan ventas masivas que les permiten recaudar fondos que se destinan a comprar más libros.
El fiestún
La actividad de este sábado arranca a las 10.00 y está previsto que termine a las 22.00. Una jornada extensa de festejos y de encuentro. “Habrá talleres, muestras, ferias gastronómicas, artesanos, presentaciones de libros, picnic de lectura, música para niños y para grandes”, detalla Padrón, que celebra esta “oportunidad para festejar y para hacernos conocer más aún”, así como para “escuchar la devolución de los usuarios y de la gente nueva; estamos felices por las devoluciones, que se resumen en felicitar y agradecer”.
La biblioteca no es sólo para niños y los festejos, tampoco: el espíritu es un festejo para todas las edades, intergeneracional, en el que, por supuesto, los espacios destinados a los más chicos son numerosos (más allá de que pueden sumarse a otras actividades no específicamente dirigidas a ese público). A las 11.00 habrá picnic de cuentos y libros a cargo del colectivo Migas de Papel ; a las 12.00 la escritora Karina Macadar presentará ¿Quién le saca el hipo a Gertrudis?; de 13.00 a 15.00 habrá juegos a cargo de la Unidad de Animación de la Intendencia de Canelones y estará el Trencito de la Costa; a las 14.00 Sebastián Pedrozo presentará su novela Aventuras de un goleador / Diario de un arquero, y Rosa Paseggi propondrá la intervención Cuenten conmigo; a las 15.00 Claudio Santuch hará lo propio con Cuentos de primavera; a las 16.00 habrá marionetas, y a las 19.15 se presentará la banda Ruperto Rocanrol.