Los niños socios impusieron el nombre jugando con su natural alegría y espontaneidad.
Conversaban animadamente eligiendo libros cuando uno de ellos preguntó:
¿De quién es la biblioteca?
– Tuya, le respondieron, la biblioteca es de todos.
Comenzaron a reírse y a jugar…
-¡Es de todos! Dijo alguno.
-¡Si! ¡Es tu Biblioteca! Contestó otro.
– Tu biblioteca dijo el de al lado.